Así se convirtieron en una pesadilla para los nazis las ‘Brujas de la Noche’

Comandante del 588º Regimiento de Bombarderos Nocturnos Yevdokía Davidovna Bershánskaia.

Comandante del 588º Regimiento de Bombarderos Nocturnos Yevdokía Davidovna Bershánskaia.

Arkady Shaijet/russiainphoto.ru
Las ‘Brujas de la Noche” era el apodo poco halagador que los alemanes dieron al 588º Regimiento de Bombarderos Nocturnos, formado exclusivamente por mujeres. Bajo el mando de Yevdokía Davidovna, se convirtió en una formidable fuerza de combate que causó muchos problemas al enemigo.

Los alemanes las llamaban “brujas de la noche”, pero para los aviadores soviéticos eran las “hermanitas”, “criaturas celestiales” o “golondrinas”. Las aviadoras del 588º Regimiento de Bombarderos Nocturnos no volaban aviones rápidos y potentes, sino biplanos de baja velocidad, que a la mayor parte de las veces no suponían un alivio para el enemigo.

Desde el primer día de su formación hasta el Día de la Victoria, Yevdokía Davidovna Bershánskaia estuvo al mando de esta singular formación militar.

‘Las zánganas del cielo’

Las aviadoras del 588º Regimiento de Bombarderos Nocturnos.

El 588º no fue el único regimiento de aviación femenino de las Fuerzas Aéreas del Ejército Rojo. El 587º Regimiento de Bombarderos, que utilizaba bombarderos Pe-2, y el 586º Regimiento de Aviación de Caza también se creó en octubre de 1941. Pero las ‘Brujas de la Noche’ fueron el único regimiento en el que las mujeres desempeñaban todas las funciones, desde mecánicas y técnicas hasta navegantes de vuelo y pilotos.

El principal caballo de batalla del regimiento de aviación era el avión U-2 (Po-2), que había sido diseñado en la década de 1920 para su uso agrícola: esparcir fertilizante en los campos. En tiempos de guerra, comenzó a utilizarse como avión de enlace, así como para entregar suministros a partisanos y unidades del ejército cercadas, y para realizar bombardeos nocturnos.

El avión U-2 (Po-2).

Fácil de manejar y barato de producir, el U-2 podía despegar y aterrizar incluso en una pequeña parcela de tierra. Al ser un avión de baja velocidad, volaba casi al nivel de la copa de los árboles y, por lo tanto, era un blanco extremadamente incómodo para los Messerschmitts de alta velocidad.

Por supuesto, un avión tan frágil y lento no podía realizar salidas durante el día. Pero por la noche el U-2 se convertía en un arma formidable. Apagando los motores antes de lanzarse en picado sobre su objetivo, emergía de repente de la oscuridad y alcanzaba con una precisión milimétrica una instalación militar enemiga o un grupo de soldados reunidos alrededor de una hoguera. El particular sonido que hacía el avión en ese momento recordaba a los alemanes el de una escoba barriendo, de ahí uno de sus famosos apodos.

Lideresa nata

Yevdokía Bershánskaia (izquierda), María Smirnova (de pie) y Polina Gelman.

Yevdokía Davidovna, conocida por el nombre de Bershánskaia durante la guerra, era una candidata ideal para comandante de regimiento. Poseía la fuerza de carácter y la capacidad de organización necesarias, así como muchos años de experiencia en la aviación civil. Como instructora de vuelo, había entrenado a docenas de pilotos antes de la guerra.

“Bershánskaia era una verdadera comandante: austera, modesta, segura de sí misma”, recordaría la aviadora Irina Driagina. “Nunca reprendía ni elogiaba a nadie sin conocer todos los detalles. Pero su mano firme se notaba en todas partes, sobre todo en la organización de las operaciones de combate. Al comienzo de las misiones, casi siempre asistía al despegue y, si era necesario y tenía permiso del mando de la división, volaba ella misma las salidas. Por regla general, se acercaba a las tripulaciones de los aviones que esperaban la señal de despegue para darles las últimas instrucciones. Lo hacía sin sonreír, con un tono de voz seco y una expresión severa. Pero cada uno de nosotros percibía su confianza y su preocupación, y estábamos dispuestos a aceptar cualquier misión, incluso la más difícil”. 

Yevdokía Davidovna, que era una persona con mucha fuerza de voluntad e ingenio, consiguió en poco tiempo forjar un equipo fuerte y unido, preparado para asumir misiones de combate de cualquier dificultad. En tiempos de guerra, la formación de las aviadoras duraba sólo seis meses, y Bershánskaia hizo todo lo que estuvo en su mano para que las jóvenes e inexpertas mujeres adquirieran confianza en sus propias capacidades lo más rápidamente posible.

Héroe sin título

Bajo el mando de Yevdokía Davidovna, el 588º Regimiento siguió una ardua ruta desde la región de Rostov hasta Alemania, participando en la liberación del Cáucaso Norte, Crimea, Bielorrusia y Polonia. Por el valor y el heroísmo de su personal, el 8 de febrero de 1943 se convirtió en regimiento de “Guardias” y fue reorganizado en el 46º Regimiento de Aviación de Bombarderos Nocturnos de la Guardia. “¡Nuestra alegría no tenía límites! Hacía sólo ocho meses que habíamos llegado al frente", recordó entonces Yevdokía Davidovna. 

Raros momentos de silencio.

En los años de guerra, la “aviación mosquito rusa”, como apodaron los alemanes al regimiento de Bershánskaia, voló casi 24.000 salidas, destruyó o dañó 17 pasos fluviales, nueve trenes ferroviarios, dos estaciones de ferrocarril, 26 depósitos, 12 tanques de almacenamiento de combustible y 86 posiciones de fuego enemigas. Las pérdidas del regimiento ascendieron a 32 jóvenes muertas en combate, en accidentes aéreos y por enfermedad. Un número muy bajo en comparación con otras unidades.

Veintitrés aviadoras que sirvieron bajo las órdenes de Bershánskaia fueron nombradas Heroínas de la Unión Soviética. Sin embargo, la propia comandante no fue condecorada con este alto honor, aunque recibió muchos otros galardones. La razón fue que se necesitaba un mínimo de 300 salidas operativas para optar a ella, mientras que Yevdokía Davidovna sólo sumó 28.

Bershánskaia aclara la misión de combate antes del vuelo.

“De todos modos, fue injusto no proponerla para el título de Heroína”, se quejó la comandante del cuartel general del regimiento, Irina Rakobólskaia. “No voló mucho, sólo con el permiso del comandante de división cuando la situación sobre el objetivo era muy difícil. Su presencia personal en el aire carecía de importancia: no había radio en los aviones y ella no podía guiar al regimiento por la noche. Lo más importante de todo fue su gestión personal de los vuelos antes del despegue y su mando de las operaciones de combate. Seguro que otros comandantes fueron recompensados por las hazañas de sus unidades".

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